lunes, 8 de octubre de 2007

Critica de TokioHotel y del videoclip Übers ende der Welt

Tokio Hotel : Ubers Ende der Welt

De Tokio Hotel (originalmente tenían el nombre Devilish = demoniaco), procedente de la ciudad de Magdeburg, en la antigua DDR ó RDA, el grupo musical más popular de Alemania, al menos entre los adolescentes normales, en los que no son parte de los Randgruppen, esto es, de los grupos a la orilla de la sociedad.

Tokio Hotel, dicen que se está proyectando al extranjero, a través de música en inglés y marketing destinado a salir de Alemania... ya me dirán si en otro país los conocen.

De alguna forma, los jóvenes alemanes normales, los hijos de vecinos, la ordinary people, la gente como todos, se sienten así como aparece en el video:

prisioneros en un ambiente lúgubre, todos vestidos iguales; hay que reconocer que los edificios del video se parecen a los colegios alemanes construidos en los años '70), todo lleno de betón, tratando de salir, de escapar... a la luz del sol...

No es que todos los colegios sean así (sólo los construidos en la década de los '70), ni que todos los escolares se sientan así, pero les aseguro que se trata de la mayoría, de otra forma, por lo demás, el grupo este no tendría tantos admiradores y seguidores incondicionales.

Fíjense que, al igual que en el heavy metal alemán, salvo una mujer, son todos hombres; todos blancos, no hay ningún joven (salvo una chinita o un chinito, no se puede saber porque además, se trata de asexuados) con un background migratorio en el video, que sería lo normal en Alemania y en el resto de los países del primer mundo.

Todos (salvo los mismos Tokio Hotel, entre paréntesis, el cantante, Bill Kaulitz, que es hombre, tiene 17 años, un gemelo en el grupo y el pelo largo) son chicos con el pelo rapado, de mirada y actitud zoombiana, que no hablan (no se comunican entre sí, van a lo suyo, diríamos).

Se podría decir que están presos de la televisión... O tal vez, no.

Bill Kauditz (apellido típicamente sajón) invita a los jóvenes a pasar a través de una muralla y dejar atrás el mundo que se destruye a sus espaldas (de padres y de familia, nada), por algo la exitosa canción se llama Übers Ende Der Welt, sobre el fin del mundo, en el sentido de más allá del fin del mundo.

Donde esté el abismo del que canta Bill, no me queda claro, me atrevo y sostener que no tras de ellos, en el mundo que se destruye, sino adelante. Hay una desesperanza muy grande y, al mismo tiempo, un intentar vivir el momento (y cómo) porque después ya no quedará nada.

Dice que juntos lo podrán hacer; pero este juntos es "al mismo tiempo", no es juntos en el sentido de "unir fuerzas", de "la unión hace la fuerza", tampoco nada. Bueno, sí, se dan la mano sin hablar cuando van trepando por las cañerías, que nos recuerdan inevitablemente a los sistemas de calefacción del Ostblock que aún perviven -claro que modernizados, esto es, pintados de colores- en regiones de Alemania del Este.

Las mangueras que los unen son lo que los mantiene juntos, como modernos esclavos, las mangueras son el moderno motivo de las galeras.

La arquitectura, además de a los colegios, me recuerda a Temelin (ver Temelin y la energía atómica - Austria y la Rep. Checa) y tantos otros reactores nucleares rusos, pero modernizados. La explosión final me hace pensar en una catástrofe nuclear...

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